jueves, 19 de septiembre de 2013

Lo que amo está quebrado

El pasado Domingo 15 de septiembre se conmemoró la Independencia de México. Allá desalojaron maestros del zócalo con tanquetas para que Peña Nieto pudiera dar su gritillo y acá hubo un festival mexicano en Federation square. 

Como lo evidencia mi entrada anterior, ando malita de mi amor por México. De repente me pongo a meditar sobre el problema de fondo del país y termino desalentada y triste, otras veces me frustro con nosotros los clase medieros, me enfurece la situación y quiero mandar todo a la chingada, pienso en mi papá y cómo lo va a joder la reforma hacendaria. Pienso en la calidad de vida que me espera a mi regreso, trabajando turnos de 9 o 10 horas para vivir un día a día donde de momento te asaltan, te secuestran o se devalúa el peso. Pienso en todos los grandes intelectuales que se oponen al nacionalismo y me digo que no tengo la responsabilidad de volver a un país donde se que no podría ser feliz. Luego me acuerdo de los tacos al pastor, del cerro de las mitras, de los voladores de Papantla y pienso que algo ha de poder hacerse y es mi obligación contribuir. El sábado terminé llorando mientras deshebraba un pollo para hacer chilaquiles. Eso lo resume básicamente todo.

Con crisis de nacionalidad o no, el día del festival tuve que hacer acto de presencia para la ceremonia de los honores a la bandera. Hace aproximadamente un mes me ofrecí como voluntaria para ser parte de la escolta que le entregaría la bandera al cónsul y me tocó ser guardia izquierdo. Sentí un no sé qué cuando tocaron el himno nacional.

Mientras mis amigos y yo hacíamos filas de 40 minutos por auténticos tacos, otros mexicanos en otra parte de Melbourne se tomaban fotos con carteles de oposición a Peña Nieto. Una manifestación fútil para expresar su inconformidad, si me preguntan, pero dichosos ellos que tienen una opinión tan definitiva sobre lo que deben estar haciendo los mexicanos en estos momentos de represión política.

En fin, el Festival fue todo un éxito, hubo danza folklórica, mariachis y comida mexicana REAL (y falsa también). Compramos un frasco de mole Goya por 8 dólares porque el amor al mole nunca se cuestiona.



1 comentario:

  1. Qué padrísimo. Festejaste más la independencia de México en Melbourne de lo que yo lo festejé en Toluca. A mí me da mucho coraje lo que le sucede a este país, con tanto potencial y realmente se lo va a cargar la chingada, y más con le presidente que nos toca que al fin le queda un chingo de tiempo para terminar de desmadrar al país y a los mexicanos. No sé mucho de política pero realmente espero que sí se pueda hacer algo, por el bien de nosotros mexicanos.

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